2 may 2017

LEYENDA 29 EL FANTASMA DEL ESLAVA

El sobrino del músico Hilarión Eslava, Bonifacio, fue el empresario que levanto y promovió lo que hoy conocemos como Sala Joy Eslava. El teatro fue construido entre 1870 y 1871 por Bruno Fernández, abriendo sus puertas al público el 30 de septiembre de 1871. El salón Eslava programó el género chico y la revista acogiendo a autores como Arniches, Gala, Lorca, o Valle Inclán. Después de su puesta en marcha y a lo largo de toda su historia, ha pasado por varias manos de artistas y empresarios hasta que en 1981, tras varios cierres y su condición de cabaret, abre como discoteca. Las historias, vivencias y anécdotas son innumerables, pero vamos a detenernos en una leyenda que le da ese toqué especial a sus casi ciento cincuenta años de historia. Me refiero al fantasma que aún habita el recinto. Hablo de Luis Antón Olmet, un dramaturgo que adquirió fama y renombre, y que consiguió siempre todo lo que se proponía. Nuestro siguiente protagonista, Alfredo Vidal Planas, dramaturgo al igual que Olmet, Se disputaba con él cariño y amor de una dama. Fue en 1922, un 2 de marzo, cuando Vidal mando llamar a su oponente y tras escucharse una fuerte detonación se sintieron las voces de quien apretó el gatillo de una pistola Star del calibre 9, dejando un reguero de sangre. Alfonso Vidal gritaba enfurecido “Le he matado, he matado a ese misarable”, según cuenta el diario ABC de la época y los testigos presenciales. Vidal fue apresado y llevado a calabozos. Olmet no pudo ver el estreno que esa misma tarde ultimaba de su obra “El capitán sin alma”, y allí quedo el fantasma de Luis Antón Olmet. Hoy día y durante los momentos en los que permanece cerrada la sala o bien en los momentos de su limpieza, el personal de seguridad y adecuación de la misma, avisa de que manera frecuente, se escuchan gritos y discusiones. Algunos aseguran oír puertas cerrase de manera brusca, y luces de platea que se encienden y apagan sin motivo aparente. Realidad o leyenda, la mítica sala/tetro Eslava, no deja indiferente a quien la pisa en la céntrica calle arenal de Madrid.


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