Esta leyenda al principio
cuando la descubrí me pareció curiosa y al mismo tiempo preciosa. La zona
centro de Madrid, está repleta de historias de fantasmas y acontecimientos
históricos, pero muy pocas, están relacionadas con las estatuas de nuestra
capital. Muchos pensaron en la época en la que se desarrolla, que había un
cadáver dentro de la estatua de Felipe III. Esta enorme figura, permanece hoy
día en la Plaza Mayor desde hace 170 años aproximadamente, y tal vez sea la más
fotografiada de Madrid. Es testigo de historias de amor, de besos furtivos, de
niños perdidos en el mercadillo de Navidad, de turistas con sus cámaras de
fotos, del intercambio dominical de sellos y monedas, conciertos musicales, y un
largo etcétera de actividades. La leyenda de la que les hablo en estas líneas,
se remonta a los años 30 del siglo pasado. En esta plaza se produce un atentado
en plena república, en 1931, que intento
matar a todos los que allí se encontraban.
Un individuo, se acerca a la boca del caballo de la estatua y coloca un
artefacto. La deflagración no causa muertes ni daños personales pero se produce
un hecho curioso. En el momento de la explosión miles de huesos diminutos
saltaron por los aires y algunos impactaron en las personas que se encontraban
en la plaza. Pero… ¿de quién eran esos huesos?, ¿Eran humanos?, ¿y si eran
humanos a quien pertenecían?, ¿Cómo han llegado allí? Los investigadores de la
época enseguida detuvieron a la persona que realizo el atentado y vieron con
asombro y estupor, que los huesos que salieron disparados del cuerpo de la estatua eran de origen animal. Una anciana
cercana a la plaza, se acercó a los policías y les explico que, año tras año, familias
de gorriones comunes ponían su nido en el interior de la figura. Introducían su
pequeño cuerpo y anidaban a sus crías, probablemente, algún pajarillo no
sobrevivía al frio madrileño y perecía dentro. Seguro, que después de leer esta
leyenda, cuando visiten la plaza Mayor, entre las casas de la panadería y la carnicería,
en el mismo centro, se fijaran en esta estatua reconstruida y custodiada por
una base grande y alta que sirve para disfrute de visitantes y madrileños.
Seguro, que desde ahora, no pasara desapercibida a la vista de ninguno de ustedes.
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