CRONICA 4. CORAZÓN ROTO

Eran Las seis de la mañana del sábado primero de Abril.
Vestía un traje rojo con apenas escote. No me dijo su nombre. Apoyaba su cabeza en el anden y estaba sentada en el filo del banco, solo éramos dos. Al tren le quedaban cinco minutos para llegar. En apariencia su estado era anormal, parecía estar borracha y opte por sentarme a su lado. Incorporó su cabeza y sobre su rostro aprecie un mar de lágrimas negras. Caía haciendo un surco la última de ellas dibujando una ese imperfecta. El último estado de su rastro emocional se apreciaba con el último velo de alquitrán que quedaba en su mirada. Su cigarrillo descansaba en paz tras ser acribillado por el tacón de aguja de su zapato de gala. El silencio solo se veía interrumpido por el ruido de las escaleras mecánicas de la estación y por sus tenues gemidos. Decidí sentarme junto a ella y preguntarle por que motivo se encontraba así, su respuesta fue rotunda.

- Me acaban de abandonar. Dijo desconsolada.

Había pasado cinco años de su vida con un joven al que sorprendió en el cuarto de baño de unos salones de boda, esa misma noche, con otro de menor edad.
Este no es el típico caso de “me engaño con mi mejor amiga”, pero la relación que mantenían se vio rota por un motivo que desconocía por completo. Su pareja mantenía una relación paralela. De camino a la capital me decía que no sospechaba nada y que su corazón se había roto en mil pedazos. Antes de llegar a la estación de Fuencarral se abrazó a mí y no se separó hasta llegar a Nuevos Ministerios. Yo continúe mi camino hasta el corazón de la ciudad y ella se apeo. Le di mi número. Prometió que si volvía a ahogarse en un mal de lágrimas me llamaría. Perdí la vista de su figura en los escaleras mecánicas del anden 8.