Existieron en Madrid hospitales peculiares
por sus huéspedes, cometido y función. Lo ocupaban enfermos mentales, personas
desvalidas y sin recursos, o mujeres abandonadas con sus hijos. Cuando Felipe
II decide suprimir gastos creando el Hospital General, uno de los más antiguos
y afectados es el que fundó Enrique IV para mujeres solteras con hijos, se
llamaba el Hospital de las mujeres perdidas. Una mujer viuda, víctima de la
mala fe de su familia paso una larga temporada en él, y también se vio obligada
tras la orden real, a abandonar este centro para ir a otro. En el momento del
traslado, su hijo se encontraba jugando en el desván de las dependencias y por
mala fortuna se quedó encerrado. La madre angustiada lo busco y rebusco por
todo el centro y pidió se revisara todo. El niño gritaba y lloraba, pero nadie
le hizo caso. Le dieron por fugado y desaparecido. Sin dormir ni comer, cayó extenuado.
Mientras, nuestro siguiente protagonista, Fray Bernardino, dormía en su celda.
Era un eclesiástico historiador que vio perturbado su sueño. Al llegar el alba,
despertó sudoroso, veía un niño encerrado en una estancia a punto de morir. Al
amanecer y poco orientado deambulo por las calles de Madrid hasta que su
intuición le detuvo en el citado lugar. Entre voces, mientras subía las
escaleras, pidió que abrieran el desván. Tras varios golpes echaron la puerta
abajo y allí estaba el niño, pálido, en silencio, de cubito supino. Avisaron a
su madre que, angustiada y al mismo tiempo consolada, no podía creer lo que presencio, su hijo
vivo, pendiente de cuidados. Habían llegado a tiempo. El suceso se hizo famoso
y viral en la capital, tanto que a esa calle popularmente la llamaron la calle del niño perdido.
Posteriormente paso a denominarse Calle
del Hospital. Fray Bernardino pidió al rey que se revisara el caso de esta
mujer y su hijo, pasando a ser mejor atendidos el resto de sus vidas. Fray
Bernardino dedicado a su obra social sin barreras y sin condición, falleció en
Agosto de 1599 enfermo de peste, una enfermedad devastadora en aquella época. El Hospital de las mujeres perdidas estaba
junto a la calle Atocha y en el barrio de Lavapiés. La placa de esta calle,
contempla una recreación en baldosa del hospital de las mujeres perdidas.
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