De Valencia a Madrid y
para todo el mundo, 128 años de historia cosechan la mejor lana del planeta en “El
Gato negro”.
Y aunque se van a cumplir
100 años de atención al público en Madrid, la idea de comprar y vender lana
surge en la capital del Turia. Así fue que en 1880 en la Plaza del Pilar de
Valencia, se funda El Gato Negro. En 1915 se instalaron en Madrid sus
dependencias en la calle de la paz. En 1920 tomaron como ubicación definitiva la
Plaza Mayor y la calle de la Sal, siendo referente castizo y universal.
En la actualidad, El
Gato Negro cuenta con 920 metros cuadrados dedicados a la lana, se cumple así
una vez más un dicho muy popular de otros establecimientos, “si no lo
encuentras en el Gato Negro, no lo hallaras en ningún sitio”. Imaginación, creatividad,
práctica o iniciación son características fundamentales que, a través de
cualquier método de confección podemos desarrollar con el tiempo. Petit point o
crochet son algunas técnicas que podemos aprender y que clientes variopintos, curiosos
o castizos, han aprendido.
Desde los años cuarenta
y durante varias décadas, muchas mujeres trabajadoras de casa compraban sus
maquinas de tricotar para suministrar de forma independiente, a negocios del
sector o a particulares, llegando a crear con el tiempo grandes referencias de
lana en Madrid. Se aseguraba a este modesto o gran cliente que la lana era de
primera calidad, porque estaba comprada en El Gato Negro.
Considerada una gran
familia de la capital, sigue al pie del cañón con innumerables galardones desde
1975, ya son 20, elaborando con fabricación propia las mejores lanas del mundo,
adecuándose a las nuevas tendencias.
Nuestra abuela teje con lana.
Seguro que en nuestras
retinas conservamos la imagen más tierna de nuestra madre o abuela, que hace su
provisión para confeccionar a su hijo o su nieto un jersey, unas mañanitas para
su nuera, o unos calcetines calentitos para el invierno. Probablemente
regalados el día de navidad o de Reyes y realizados a punto con mimo y esmero
desde la entrada del otoño. Toda la lana que pasó por sus manos, seguro fue
adquirida en El Gato Negro.
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